Imaginem um Kafka mais nervoso, parecendo às vezes estar à beira de um ataque de nervos e quando você começa a se preocupar com ele, ele se vira para você e ri na sua cara!
É assim que eu imagino o cubano Virgilio Piñera, ou pelo menos o Virgilio Piñera que – devo esclarecer antes que os apressadinhos encontrem aqui ecos de George Orwell tropical – publicou o conto “La carne” DOIS anos antes de explodir a Revolução Cubana. A insanidade de que fala Piñera diz respeito a todos os lugares e todas as épocas desse planeta cheio de seres humanos.
O conto abre assim:
"SUCEDIÓ CON GRAN SENCILLEZ, sin afectación. Por motivos que no son del caso exponer, la población sufría de falta de carne. Todo el mundo se alarmó y se hicieron comentarios más o menos amargos y hasta se esbozaron ciertos propósitos de venganza. Pero, como siempre sucede, las protestas no pasaron de meras amenazas y pronto se vio a aquel afligido pueblo engullendo los más variados vegetales.
Sólo que el señor Ansaldo no siguió la orden general. Con gran tranquilidad se puso a afilar un enorme cuchillo de cocina, y, acto seguido, bajándose los pantalones hasta las rodillas, cortó de su nalga izquierda un hermoso filete. Tras haberlo limpiado lo adobó con sal y vinagre, lo pasó –como se dice- por la parrilla, para finalmente freírlo en la gran sartén de las tortillas del domingo."
Logo a população inteira adere entusiamada ao método do tal señor Ansaldo:
“Pronto se vio a señoras que hablaban de las ventajas que reportaba la idea del señor Ansaldo. Por ejemplo, las que ya habían devorado sus senos no se veían obligadas a cubrir de telas su caja torácica, y sus vestidos concluían poco más arriba del ombligo. Y algunas, no todas, no hablaban ya, pues habían engullido su lengua, que dicho sea de paso, es un manjar de monarcas. En la calle tenían lugar las más deliciosas escenas: así, dos señoras que hacía muchísimo tiempo no se veían no pudieron besarse; habían usado sus labios en la confección de unas frituras de gran éxito. Y el alcaide del penal no pudo firmar la sentencia de muerte de un condenado porque se había comido las yemas de los dedos, que, según los buenos gourmets (y el alcaide lo era) ha dado origen a esa frase tan llevada y traída de ‘chuparse la yema de los dedos’.”
E o conto de uma página termina com o misterioso desaparecimento de diversas pessoas – tudo o que resta delas é um montinho de bosta no chão…
Comments
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"planeta cheio de seres humanos" é realmente uma boa definição.
Uma loucura!