José Vasconcelos e a jabuticaba
Descrevendo em detalhes sua viagem pelo Brasil em 1922, quando veio representar o México nas festas do centenário da independência, José Vasconcelos se derrete em elogios. Uma das minhas passagens preferidas é a que descreve a jaboticaba:
"Fueron deliciosos los manjares, pero lo que recordábamos después fue el amable empeño del amigo Duarte, el presidente municipal [Rafael Andrade Duarte, prefeito de Campinas em 1922], por hacernos conocer la mejor fruta de la región, la jabuticaba. [...] ... por fortuna nuestro huésped mandó poner en el centro de la mesa una enorme fuente de jaboticabas, se pronuncia llaboticaba. El fruto parece una ciruela obscura [ameixa] con pulpa blanca, dulce y jugosa, pero mucho más delicada y refrescante que la de cualquier ciruela. Los árboles que la producen los había allí mismo, en el parque, y no hay ninguna razón para que no puedan ser trasplantadas a las zonas cálidas de Veracruz y Colima. Conocer un fruto nuevo es un acontecimiento; saborearlo, un deleite que pone en ridículo a todas esas ingenuidades de gabinete que se lamentan que la Humanidad no ha descubierto en tantos siglos una sola voluptuosidad nueva. [...] Si no os decidís a emprender el viaje, pedid desde Europa un cesto de "jaboticabas" lustrosas. Os veréis tentados a gritar: ¡Viva la vida y abajo la pedantería!" [69-70]
Descrevendo em detalhes sua viagem pelo Brasil em 1922, quando veio representar o México nas festas do centenário da independência, José Vasconcelos se derrete em elogios. Uma das minhas passagens preferidas é a que descreve a jaboticaba:
"Fueron deliciosos los manjares, pero lo que recordábamos después fue el amable empeño del amigo Duarte, el presidente municipal [Rafael Andrade Duarte, prefeito de Campinas em 1922], por hacernos conocer la mejor fruta de la región, la jabuticaba. [...] ... por fortuna nuestro huésped mandó poner en el centro de la mesa una enorme fuente de jaboticabas, se pronuncia llaboticaba. El fruto parece una ciruela obscura [ameixa] con pulpa blanca, dulce y jugosa, pero mucho más delicada y refrescante que la de cualquier ciruela. Los árboles que la producen los había allí mismo, en el parque, y no hay ninguna razón para que no puedan ser trasplantadas a las zonas cálidas de Veracruz y Colima. Conocer un fruto nuevo es un acontecimiento; saborearlo, un deleite que pone en ridículo a todas esas ingenuidades de gabinete que se lamentan que la Humanidad no ha descubierto en tantos siglos una sola voluptuosidad nueva. [...] Si no os decidís a emprender el viaje, pedid desde Europa un cesto de "jaboticabas" lustrosas. Os veréis tentados a gritar: ¡Viva la vida y abajo la pedantería!" [69-70]
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