[foto: Siqueira Campos, Eduardo Gomes e amigos num animado footing armado em Copacabana em 1922]
Comentando sobre a revolta dos 18 do forte e os protestos pela eleição de Arthur Bernardes, diz José Vasconcelos:
"El caso, un poco complicado, hubiera sido grave en cualquier país menos adelantado que el Brasil; pero bastó que los militares aparecieron entrometidos en la política para que la nación entera se afiliara con Pessoa.El elemento civil y la mayor parte del ejército, educados en ideas modernas de Gobierno, se unieron para aplastar a los pretorianos. Y Pessoa, sin mancharse de sangre, sin consumar una sola ejecución, pudo darse el gusto de tener preso al jefe de los militaristas en la sentina de un barco de guerra. Desde de allí escuchó el fracasado caudillo las salvas y las trompetas que al celebrar del Centenario proclamaban el triunfo definitivo de la cabeza sobre el brazo, de la oratoria de Pessoa sobre el sable del mariscal." Raza cósmica, 102
Quando diz Pessoa [Epitácio, por favor, não Fernando] pensa Vasconcelos em seus próprios sonhos de grandeza: um governante civil triunfando sobre os militares com o poder das idéias e das palavras. A decepção chegou para Vasconcelos em 1929, pouco antes da República Velha ir para o lixo e os gaúchos amarrarem seus cavalos no obelisco da Rio Branco.
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